30
agosto 2017 la razon
Los
yihadistas guardaban en sus teléfonos los objetivos para atentar
Según
ha confirmado a este periódico un alto mando policial, «nos
enfrentamos a unas células con un funcionamiento interno, autónomo,
hasta ahora desconocido, con un nivel de seguridad absoluto, que
actuaba como un grupo cerrado en el que no se producía ningún tipo
de filtraciones ni contactos con personas ajenas».
Estas
medidas permitieron a los terroristas actuar con una cierta libertad
de movimientos, en especial cuando realizaron los viajes de última
hora a Francia.
Nadie
podía sospechar de ellos porque los factores externos que hubieran
permitido iniciar una investigación (decenas
de bombonas amontonadas en una casa «okupada», coches y motos
aparcados durante horas en la puerta de la vivienda, etcétera),
no fueron valorados por las patrullas territoriales de los Mossos.
El
hecho de que la casi totalidad de los miembros de la célula murieran
en la explosión de la citada vivienda, sita en la localidad
tarraconense de Alcanar, mientras
fabricaban artefactos explosivos; o en los enfrentamientos con los
Mossos d’ Esquadra,
confiere al contenido de los referidos teléfonos de los yihadistas
una importancia capital.
Sobre
los objetivos del grupo, las citadas fuentes no dan mayor importancia
a las declaraciones que realizó el único superviviente de la
referida explosión, cuando habló de «monumentos».
«Objetivos
blandos»
El
Estado Islámico, salvo el caso de Palmira, en Siria, y otros lugares
históricos, lo que ha buscado siempre, sobre todo en Occidente, es
causar el mayor número de víctimas humanas, «objetivos
blandos» como los llaman.
Por
ello, se inclinan a pensar que buscarían colocar las dos furgonetas
bomba y las mochilas bomba, que iban a utilizar en una segunda fase
de atentados, contra lugares en los que hubiera un gran número de
personas, como estaciones de metro, ferrocarril, autobuses, calles
comerciales, grandes almacenes, etcétera.
Además
de la seguridad interna de que había conseguido dotarse la célula,
que no era fruto de una improvisación sino de un aprendizaje,
preocupa el hecho de que el grupo, según todos los indicios,
dependía
de uno o dos cabecillas en Siria a través de un «dinamizador»
en
principio afincado en París o sus alrededores.
«Se
trata de una nueva forma de actuar que nos obliga a actualizar
nuestros métodos de investigación
con
el fin de evitar la actuación de células similares que puedan
existir en el territorio nacional», según el mencionado mando
policial.
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