30
agosto 2017
El
atentado de BCN golpeó a una familia islámica de Cornellà
Los El Ouabi, una familia musulmana de Cornellà golpeada por el atentado de la Rambla
Un sobrino de 7 años se encuentra en estado crítco y la madre está ingresada, aunque fuera de peligro
Son
dos familias de marroquís emparentadas porque los padres son primos
hermanos. Los El
Ouabi viven
en Cornellà desde hace 10 años, y sus parientes, en Montpellier. La
fatalidad quiso que el matrimonio francés llegara a Barcelona con
sus tres hijos horas antes del atentado con la ilusión de conocer la
Rambla. Rquia
comentó
que ella se adelantaba al piso de Cornellà para preparar la cena,
pero su marido, Mohamed,
la convenció para que les acompañara a pasear junto a su hija
Fátima
y sus parientes. Reían,
estaban contentos, las niñas jugaban y ni se dieron cuenta de la
llegada de una furgoneta a gran velocidad.
El
Houssain El Ouabi es
el segundo de los cinco hijos de Rquia,
quien, ya fuera de peligro, permanece ingresada en el Hospital Clínic
a causa de traumatismos en la cabeza provocados por el mostruo con
ruedas que la arrastró unos 40 metros sobre el pavimento de la
Rambla, durante el atentado
del
pasado 17 de agosto en Barcelona. Ella y Aboubakr,
el hijo pequeño, de siete años, del primo de su marido, son dos
víctimas
musulmanas del
ataque terrorista.
"Ella
ahora no se encuentra entre las heridas graves, aunque está muy
desorientada. Cada noche, cuando salgo de trabajar del taller
mecánico, la voy a ver pero al día siguiente ya no se acuerda y
pregunta a mi padre qué sabe de mí, que por qué no la visito. El
niño de siete años está crítico. Tiene medio cuerpo destrozado.
También fue arrastrado por el vehículo, que además lo chafó con
sus ruedas. Los médicos lo mantienen sedado porque al tener tantos
huesos rotos no se puede mover y el dolor
es
insoportable", describe Houssain, cuando a media tarde sale del
taller mecánico en el que trabaja en Gavà.
Un único sueldo
Con
su sueldo de 900 euros mensuales, a sus 24 años, mantiene a toda la
familia. "Yo no fui esa tarde con ellos a la Rambla. Estaba en
el taller. Mi padre me llamó a través del teléfono de Heather,
una enfermera norteamericana que los atendió desde el primer
momento, un ángel que sigue en contacto con nosotros ayudando en
todo lo que puede. Mi padre estaba convencido de que mi madre había
muerto. Con el caos la perdió de vista después de ver cómo era
arrastrada, y el niño no paraba de sangrar. Un horror. Hasta la 1 de
la madrugada no supimos que mi madre estaba en el Clínic. De
Aboubakr tuvimos noticias desde el primer momento, porque su hermana
de 17 años no se separó de él", relata. Era la primera vez
que la familia de Francia venía a Barcelona.
Fátima, la única
hija de Rquia, estaba junto a su madre en el momento del trágico
atropello, al igual que su prima lejana de la misma edad. Ambas
tienen 10 años. "A la prima la han enviado a Francia, y mi
hermana no se quiere separar de mi madre. El Ayuntamiento de Cornellà
está cuidando de ella. Nos han ofrecido que Fátima vaya a un
'casal', porque lo mejor es que en estos momentos esté con otros
niños. Este miércoles empieza", cuenta.
El
hijo de Rquia, de 40 años, y de Mohamed, de 49, señala que su
familia es creyente, que buscan la paz, que comparten lo poco que
tienen con personas aún más desfavorecidas y que asiduamente van a
la mezquita
de
Cornellà. "Este atentado no tiene nada que ver con el
islamismo.
El Corán
no
defiende ninguna matanza. Y un imán que organiza un ataque así no
es un imán, ya no lo era cuando traficaba con drogas. Nadie entiende
lo que está pasando. Hay mucha maldad. Hay alguien monstruoso detrás
de tanta barbarie", argumenta Houssain, que se considera un buen
ejemplo para sus hermanos. "Soy responsable", asegura.
"Hay que
seguir el camino de la bondad y de la generosidad. Y trabajar,
trabajar y trabajar para tener una vida digna, que siempre será
mejor aquí que en Marruecos, donde nací. Aquí me siento libre",
apunta este mecánico, que llegó hace 10 años a Cornellà, donde le
encanta jugar a fútbol. "Aquí siempre nos hemos sentido
acogidos. No hemos tenido ningún problema. Hay buena convivencia
entre personas de diferentes procedencias. Mis hermanos y yo pudimos
ir al instituto y aprender el castellano y el catalán. Y después
cursé FP para ser mecánico, lo mismo que ahora estudia
mi hermano de 15 años, que como yo hacía antes, trabaja los fines
de semana en mercadillos ayudando a montar y desmontar tenderetes de
gitanos", relata.
En un piso
ocupado
No son buenos
tiempos para los suyos. La enfermedad del padre, un cáncer de
pulmón, les ha llevado a vivir con poco dinero. "Estamos de
ocupas en un piso con dos habitaciones de Sant Ildefons, que es
propiedad de un banco. Eso sí, pagamos la luz y el agua. Es una
situación difícil pero saldremos adelante. Ahora lo mas importante
es que mi madre y el pequeño se recuperen, que vuelvan a la vida,
que mi padre se encuentre
mejory que mi hermana vuelva a transmitir su alegría",
finaliza.
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