02 marzo 2015
Lokarri dejará
de existir el próximo sábado
“ETA debe dar
pasos: si espera a que un Gobierno español haga algo el proceso se eternizará”
El coordinador de Lokarri Paul Ríos
analiza el estado actual del proceso de paz, el desarme, la situación de los
presos y el reconocimiento a las víctimas
Lo dejan con
una sensación agridulce? Hace ya más de tres años del cese de la violencia,
pero ETA no se ha disuelto.
-Hay dos vertientes a analizar. Por
un lado nosotros dijimos que nuestra intención era ayudar a poner las
condiciones para un proceso de paz irreversible, que eran el fin de la
violencia de ETA y la legalización de Sortu. Y ambas se han conseguido. A partir
de ahí se crean nuevos retos como son el desarme y la eventual disolución de
ETA. Está la cuestión de qué pasa con los derechos de las personas presas. El
respeto a los derechos humanos, víctimas, el relato... Todo ese trabajo está
por hacer. Que nos hubiese gustado que en estos últimos tres años hubiese
habido más pasos, sí. Nos habría gustado que ETA y el resto de implicados
hubieran dado más pasos.
Se ha cumplido un año del acto en el que ETA dijo sellar
una parte de su armamento. ¿Cómo lo valora? ¿Se sintió frustrado?
-Me siento frustrado conmigo mismo
porque viendo la expectativa que se estaba creando, y no era real, igual no
hice todo lo posible para frenarla. Tampoco tenía el permiso de los implicados
para poder hacerlo, pero igual algo más sí se podía haber hecho. Me dejó
insatisfecho aquel primer paso de desarme y ahora me gustaría que hubiese más
pasos y más claros y contundentes, pero soy consciente de las dificultades que
hay. Lo que me deja relativamente tranquilo es que tengo una confianza absoluta
en la Comisión
Internacional de Verificación (CIV). Son personas que están
haciendo un trabajo muy serio y complicado, implicándose a tope. Lo que no
quita para que ETA también tome decisiones. Debe dar pasos, porque si espera a
que un Gobierno español haga algo, el proceso se eternizará.
Hay un plan de desarme, propiciado por el Gobierno vasco.
Se supone que el CIV lo iba a hacer llegar a ETA. ¿Cree que se ha dado ese
paso?
-No me consta, pero conociendo a
las personas que conforman el CIV habrán hecho todo lo posible para que ETA
tenga en sus manos ese plan de desarme. A partir de ahí, creo que la respuesta
no debería ser un rechazo como punto de partida, sino que debería de servir
para que se pueda hablar sobre lo que ahí se propone y buscar algo que permita
desarrollar un proceso de desarme aun y cuando el Gobierno de España lo esté
tratando de impedir.
¿Por qué no se produce el desarme? ¿Por qué no hay voluntad
política, por cuestiones técnicas o porque ETA ya no tiene ni armas que
entregar porque están todas ellas obsoletas?
-Es una mezcla de todo. Hay algunos
elementos claves. En el tema de la voluntad, ¿qué es lo que realmente quiere
hacer ETA? No es lo mismo desarmarse, sellar, inutilizar, inventariar... Son
muchas cuestiones. LA ONU
dice que desarme es poner fuera de uso las armas y garantizar que no puedan
volver a ser usadas. Por eso habría que preguntar a ETA qué es lo que quiere
hacer. Luego está el tema de la seguridad. Ni los miembros de ETA se pueden
mover con garantías de que no van a ser detenidos, ni los verificadores lo
pueden hacer sin exponerse a los juzgados. Y en tercer lugar está la
legitimidad. Es decir, que quienes verifiquen esa cuestión deben tener un
mandato fuerte que proceda del Gobierno o los partidos, y, además, deben tener
credibilidad por parte de la ciudadanía. Y a todo eso no se ha dado respuesta.
Pero si el plan procede del Gobierno vasco, ¿no es
suficiente garantía?
-Por la legitimidad que tiene el
Gobierno vasco, por la capacidad que tiene y porque está elegido por la
ciudadanía, creemos que cuanto menos su propuesta debe ser estudiada
detenidamente y con tranquilidad. Que la propuesta es mejorable, seguro que sí,
porque es algo que pasa con todas las propuestas. Que lo que pueda salir tiene
que ser fruto del consenso, también.
¿De momento no ha habido un rechazo tácito por parte de
ETA?
-No. Y un temor que tenía era que
ETA hubiese salido de inmediato diciendo que no. Y es que creo que la respuesta
no debe ser decir que, de entrada, no.
Por lo menos ha habido alguien que ha intentado mover pieza
en un tablero que parece enrocado.
-El Gobierno vasco no se ha quedado
esperando a que el Ejecutivo español diga A,
B o C. El Gobierno de España no se va a mover y este tiene que ser un
proceso de paz que resida fundamentalmente en la ciudadanía vasca. Y que el
Gobierno legítimamente elegido dé esta serie de pasos es algo a valorar.
Este es año electoral, ¿puede entorpecer el proceso?
-Es difícil que haya algo. Por
ejemplo a los verificadores no les gusta hacer algo que pueda ser interpretado
que está hecho para favorecer a alguien electoralmente.
Entonces,
poco se puede esperar del 2015.
-Una cosa es lo público y otra el trabajo en
privado, discreto. También tengo que decir que la Conferencia de Aiete
se celebró un mes antes de las elecciones generales y no creo que nadie sacara
beneficio de ello. Se pueden hacer cosas, pero la verdad es que es complicado.
A mí lo que preocupa es que los partidos utilicen el proceso de paz como
herramienta. En las autonómicas de 2012 así lo hicieron UPyD y el PP; los otros
tres, PNV, Bildu y PSE, no lo hicieron. Por eso en campaña hay que tener en
cuenta lo que se dice.
¿Quién se ha movido menos en estos tres años: el Gobierno
español o ETA? O al revés, ¿quién ha dado más pasos?
-Indudablemente se ha movido menos
el Gobierno español. Hay que seguir exigiendo a ETA que dé pasos hacia el
desarme y su posterior desaparición, pero lo cierto es que anunció el fin de su
actividad. Este mismo verano anunció que desmantelaba su estructura operativa.
Quizá fue tarde, pero eso mismo lo dicen en 2012 y hubiese sido una noticia de
mucho calado. Ese es el problema de ETA, que siempre llega tarde a la toma de
decisiones. En cambio, desde el Gobierno lo mejor que puede decirse es lo que
no ha hecho. No ha habido ilegalizaciones, pero algo más tenía que haber hecho.
Lo más triste es que a Rajoy no le importa nada este proceso. Él piensa: como
no voy a sacar votos, y encima si hago algo igual los pierdo, no hago nada.
El EPPK anunció en diciembre de 2013 que se acogían a la
legalidad vigente, pero tampoco en materia penitenciaria se han visto pasos.
-Se dieron las peticiones de
acercamiento que fueron rechazadas y al final considero que acabará en
Estrasburgo. En este caso se confunden los planos. Creo que los presos deben
mirar qué es lo que demanda la sociedad y lo que estamos dispuestos a hacer los
ciudadanos para facilitar su reintegración en la sociedad.
¿Qué pasos deben dar?
-Hay que buscar fórmulas para que
puedan solicitar los cambios de grado, aunque ello suponga aceptar ciertas
cosas. Hay que llevar un camino realista. Además, han hecho un reconocimiento
del daño causado, pero hace falta algo más. Hay que demostrar empatía y
asunción de la responsabilidad que uno ha tenido.
Pero hay un factor que parece determinante: la dispersión.
-Es verdad. Siempre se pone como
ejemplo del camino a seguir la Vía
Nanclares, que a mí personalmente me ha parecido una experiencia muy
positiva. Las personas de esta vía habían realizado previamente su propia
reflexión personal, pero luego fueron reunidas para que debatieran entre ellos,
pudieron resolver dudas y tomar postura. Incluso se les permitió reunirse con
gente de fuera de la prisión para que pudiesen conocer la situación de la
sociedad. Cuando oigo que hay que mantener la dispersión para que no sean
controlados pienso que cuando han funcionado experiencias para promover la
reintegración, es cuando han estado juntos. ¿Por qué no se puede agruparlos en
cárceles próximas a Euskadi para que tomen sus decisiones? Es difícil que un
preso aislado en Cádiz pueda tomar una posición.
¿Qué opina de la reunión del lehendakari Urkullu con
Etxerat?
-Me parece fenomenal. Que la
dispersión se termine es complicado, y más si cada uno lo intenta de forma
individual. Una labor compartida tiene mucha más fuerza. Y tiene mucha más
fuerza que el Gobierno vasco se posicione contra la dispersión contando con un
respaldo por detrás.
¿Cree que ha habido un reconocimiento total a las víctimas?
-No es una cuestión de palabras,
sino de hechos. Hay cosas que se siguen diciendo y que demuestran poca empatía
con las víctimas.
¿Por ejemplo?
-Cuando se dice que Uribetxebarria
fue un ejemplo de la lucha por Euskal Herria. Como persona tenía una dignidad,
pero hizo unas cosas terribles. Y luego oigo a una asociación de historiadores
decir que los GAL fueron algunos funcionarios, relativizando su actuación. Hay
que ponerse en la piel de una víctima de los actos que pudo cometer
Uribetxebarria y hay que ponerse en la piel de una víctima de los GAL. Sin
embargo, se ha avanzado y una mayoría social quiere que se reconozca a todas
las víctimas.
¿Eso es equiparar violencias?
-Como hizo el otro día Paco
Etxeberria en una entrevista en DEIA, voy a hacer un elogio a la equidistancia
con las víctimas. Misma vulneración injusta de derechos humanos, mismo
reconocimiento. Que ETA ha causado más víctimas, sí. Que ETA ha causado un
dolor inmenso, sí. ¿Eso significa que una víctima de ETA tiene más derechos que
una víctima de los GAL? Me niego a pensar eso. Insisto, misma vulneración,
mismos derechos. Y el 80% de los vascos está de acuerdo con eso.
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