02 julio 2017
Cinco años para reducir el núcleo duro de ETA
Luis R. Aizpeolea
Con mucho retraso,
pero los flecos pendientes del cese definitivo de ETA, declarado hace cinco
años, se cierran. El pasado mes de abril, ETA se desarmó unilateralmente en
Francia y ahora la mayoría de sus presos asumen la legalidad penitenciaria y la
reinserción individual, tras concluir el debate iniciado en diciembre. En el
colectivo de presos está el núcleo más duro y resistente a la normalización
del complejo mundo etarra. Le ha costado cinco años más que a la izquierda
abertzale asumir la legalidad y, además, han quedado desligados de esa decisión
casi un centenar de los más de 300 presos etarras, una cifra superior a la
prevista por los abertzales. Los abogados de los presos etarras tendrán que
explorar ahora las posibilidades de la legalidad penitenciaria, que han
despreciado durante décadas, para aliviar la situación carcelaria (permisos,
cambios de grado, etcétera) de sus clientes. Pero tendrán que hacerlo en el
marco de la ley que exige como condición el rechazo a la violencia, el
reconocimiento del daño causado a las víctimas y su indemnización dentro de sus
posibilidades. Esta decisión histórica del colectivo de presos etarras supone
la rectificación de una penalización añadida durante décadas a sus propios
presos y es otra expresión de la victoria de la democracia sobre el terrorismo.
Como está clara la victoria de la democracia sobre el terrorismo, tampoco tiene
sentido que el Gobierno del PP mantenga su inmovilismo en nombre de un relato
que no ofrece dudas. ETA reconoció su derrota al no lograr ningún objetivo
político ni con su cese definitivo de la violencia ni con su desarme, ni ahora
con su asunción de la legalidad penitenciaria. En manos del Gobierno del PP
está la posibilidad de acercar presos etarras a las cárceles vascas así como la
excarcelación de los enfermos graves. Todos los partidos vascos, menos el PP,
lo han reclamado. También lo ha hecho el lehendakari Iñigo Urkullu en una carta
enviada al presidente Mariano Rajoy en la que le pide una reunión urgente para
abordar este asunto. Tras cinco años del cese definitivo de ETA acreditado, un
desarme reconocido internacionalmente y una decisión mayoritaria de los presos
etarras de aceptar la legalidad, se dan las condiciones para que el Gobierno
mueva ficha. Sin terrorismo no hay razones para que a los presos etarras se les
apliquen unas condiciones penales extraordinarias pensadas para combatir el
terrorismo. Aplicar las condiciones comunes a otros presos sería otra muestra
de la superioridad de la democracia sobre ETA. Solo queda pendiente la
disolución de ETA, que se materializará antes de fin de año, con una fórmula
que debaten los restos de lo que fue la última organización terrorista europea
en desaparecer.
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