jueves, 13 de julio de 2017

13 julio 2017 (2) El Correo (opinión)

13 julio 2017 




La falta de altura de los partidos
Las muestras de división que ha ofrecido la política en varias instituciones suponen una decepción para víctimas y ciudadanos

El vigésimo aniversario del secuestro y asesinato del concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco merecía que al menos los partidos que siempre han estado alineados con la democracia hubieran obviado cualquier polémica que pudiera surgir sobre cuestiones secundarias para poner en valor lo único verdaderamente importante: el recuerdo de una tragedia especial, que golpeó como pocas veces nuestras conciencias y que señaló el principio del fin de la banda terrorista ETA. Desgraciadamente no ha sido así. Otra vez. Nuestra clase política no ha terminado de saber estar a la altura de las circunstancias ni aquí ni en Madrid. A la altura de lo que la sociedad esperaba y espera de ella. Sólo desde el egoísmo y/o el tacticismo pueden entenderse las discrepancias interpartidarias que han aflorado en Lasarte-Oria, Madrid –por duplicado–, Bilbao, Vitoria o San Sebastián. Lunares que han contribuido a empañar un tanto el recuerdo. Resulta del todo lamentable que, contra el llamamiento realizado por el propio portavoz del Gobierno vasco, el PNV frustrara el martes, junto a EH Bildu, una declaración del Congreso de los Diputados contra el salvaje asesinato de Miguel Ángel Blanco. ¿La razón? Tan respetabilísima como débil: que el texto definitivo se les trasladó muy tarde y que no miraba lo suficiente al futuro. Como resulta igualmente patético que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se negara a colgar en la fachada del Ayuntamiento una pancarta para recordar al edil asesinado, y que ayer, en respuesta, simpatizantes conservadores, le recibieran en los actos conmemorativos con gritos y abucheos. Sorprende mucho menos que EH Bildu bloqueara sendas declaraciones sobre aquellos execrables hechos en los ayuntamientos de Vitoria y San Sebastián, y en las Juntas Generales de Álava. La lástima ya no es sólo que quienes hace veinte años defendían a los asesinos de Blanco aún no hayan condenado aquella y otras 856 barbaries similares. Que lo es. Lo peor es que el paraguas de la sigla impide que los cargos públicos de una parte de la coalición, en especial los de Eusko Alkartasuna, que siempre estuvo contra la banda terrorista, hoy se hagan visibles en la repulsa. En este sentido, que el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, reprobara la presencia en Ermua del parlamentario abertzale Julen Arzuaga, porque jamás ha osado decir una palabra más alta que otra contra la barbarie etarra, tiene toda la lógica por tratarse del día, el lugar y el acto de que se trataba. Pero, a su vez, sería bueno que los conservadores fueran asimilando que construir un futuro con memoria y desde la exigencia no conduce inexorablemente al inmovilismo. Y un apunte final. La trayectoria personal y política del lehendakari Urkullu en éste y en otros asuntos, pero en especial en éste, resulta irreprochable. Su empatía con las víctimas. La búsqueda permanente de una sociedad vasca cada vez más cohesionada y con memoria. Precisamente por todo ello, algunos, entre los que me encuentro, le echamos de menos el martes en los actos de Ermua.

Opinión:

“Las muestras de división que ha ofrecido la política en varias instituciones suponen una decepción para víctimas y ciudadanos”… vamos por partes…
Para muchas víctimas (no para “LAS” pero si para muchas que conozco y con las que he hablado del tema), lo ocurrido no es sólo una decepción sino, por encima de eso, es la muestra de la existencia de víctimas del terrorismo de diferentes categorías.
Es indudable que el secuestro y asesinato de Miguel Angel Blanco tuvo un añadido de tensión y de seguimiento que se trasladó a la población. Hasta ese momento (excepto las imágenes de Irene Villa y de Maria Jesús González, al pasar una unidad móvil de una televisión casualmente por el lugar de los hechos) ninguna actividad de la banda terrorista ETA había sido retransmitida en directo.
Pero es triste leer que para muchos medios ese atentado, el que causó la muerte de Miguel Angel Blanco, fue el inicio de la revolución del pueblo contra ETA. Y pienso que fue triste porque ello indica que los otros asesinatos, con el componente de dolor que cada uno de ellos conlleva, no llevó al “pueblo” a posicionarse contra ETA. El asesinato en masa como el perpetrado en Hipercor no movilizó a casi nadie, excepto las manifestaciones en Barcelona, nada.
Que ahora no nos pidan que, además, tengamos que entender y comprender que hay víctimas de primera y de cuarta… y que nadie me quiera convencer de que la existencia de una fundación que, al parecer, ha sido utilizada para la trama Gurtel, no es ningún problema.
Durante treinta años he visto muchísimo dolor en cientos de familias y jamás he comparado unas con otras. Algunas, en cambio, se ofrecen a ese intercambio.

Por favor, en mi nombre no. Gracias.

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