12 julio 2017
Homenaje a la
rebelión cívica
Luis R. Aizpeolea
El alcalde de Ermua, Carlos Totorika, cuando recuerda el
secuestro y asesinato de Miguel Angel Blanco lamenta la clandestinidad con que
eran enterradas la mayoría de las víctimas de ETA en etapas precedentes. Merece
la pena reseñarlo porque Blanco, como las casi 850 víctimas del terrorismo
etarra, lo fue contra su voluntad. No fue más víctima que las demás. Como otros
concejales del PP y del PSE pagó con su vida su valentía contra el
totalitarismo etarra.
Lo que hace singular su asesinato fue la rebelión cívica
que provocó desde Ermua a Euskadi y luego a toda España. Eso le convirtió en
símbolo. Totorika dice que la rebelión cívica se produjo porque había un
hartazgo acumulado. Pero también porque el Ayuntamiento de Ermua y el Pacto de
Ajuria Enea, la unidad de los partidos vascos contra ETA, ejercieron un
liderazgo firme al llamar a la movilización contra los totalitarios. Algo que
se está olvidando estos días, lo que hace más necesaria su reivindicación. El
homenaje a Blanco lo es a la rebelión cívica contra ETA, algo que el PP
nacional tiende a olvidar cuando monopoliza su homenaje sin abrirse siquiera a
quienes sufrieron con él el acoso criminal de la banda terrorista. Ayer lo
paliaron los populares vascos con una cualificada presencia en Ermua.
La rebelión cívica de Ermua es un hito en la lucha
antiterrorista porque desde entonces todos los asesinatos de ETA tuvieron
respuestas multitudinarias. Pero ni es el único hito ni probablemente el
decisivo. Lo dirán los historiadores. Pero basta con recordar que, tras esa
rebelión de Ermua, los partidos gobernantes en Madrid y Euskadi no estuvieran a
la altura y rompieron la unidad antiterrorista por intereses partidistas. Hubo
retroceso: ETA aún permaneció 14 años en activo y asesinó a 67 personas más.
Acabar con el terrorismo etarra necesitó mucho tiempo.
Se está viendo, también, con los flecos de su final. Al
homenaje a Blanco en Ermua acudió ayer, por vez primera, un representante de
Sortu. Es un paso reseñable. También lo es que, hace dos semanas, el alcalde de
Rentería, Julen Mendoza, de Bildu, homenajeara a los tres concejales —dos del
PP y uno del PSE— asesinados por ETA. Nunca había pasado.
La izquierda abertzale practica el cuentagotas desde el
cese definitivo de la violencia de ETA. Ya en febrero de 2013, el regidor de
Rentería homenajeó en un acto a víctimas de ETA, del GAL y de torturas. En
2014, representantes de Bildu acudieron al homenaje al empresario José María
Korta, asesinado por la banda terrorista. Al año siguiente lo hicieron en el
del empresario Ignacio Uría. Pero queda pendiente que la izquierda abertzale
reconozca el daño injusto causado a las víctimas. Es necesario para la convivencia.
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