07 julio 2017
GRAMENET 2.0
Que Santa Coloma ha sido
siempre una ciudad combativa y luchadora y que ha defendido los derechos de sus
habitantes hasta los límites máximos de la legalidad es conocido por todos.
Pero la ciudad ya había
sufrido las consecuencias de la insensatez cuando tres de sus vecinos, Antonio
Egea, Juan Manuel Lopez Masip y Diego Montoro murieron en el incendio de la Sala de Fiestas “Scala
Barcelona” en enero de 1978. Y aunque parezca increíble no fue hasta el año
2000 cuando las tres familias de trabajadores (junto a la de Bernabé Bravo,
vecino de Barcelona), consiguieron el reconocimiento como víctimas del
terrorismo.
Diez años después, los
que en sus principios se jactaban de luchar contra la tiranía y la dictadura
también se habían convertido en tiranos y dictadores, imponiendo décadas de
dolor y muerte. Sí, cuatro miembros de la banda terrorista ETA idearon un
sofisticado sistema para matar: robar un coche para llenarlo con explosivo,
combustible, cola de impacto, escamas de jabón y tornillería para seguir
sembrando el dolor y la muerte, dejándolo en el aparcamiento subterráneo de
Hipercor. Otra vez en Barcelona y Santa Coloma verían cómo la sinrazón se
llevaba la vida de varios de sus vecinos, protagonistas de largas luchas vecinales
en aquellos años convulsos de la dictadura y la época que algunos denominan
transición.
El viernes 19 de junio
de 1987 Rafael Morales, Teresa Daza, Luisa Ramírez y Xavier Valls visitaban
Hipercor como cualquier otro ciudadano… para comprar lo necesario para la
verbena de Sant Joan o adquirir unos billetes para las vacaciones. También
estaba allí José Francisco, trabajador herido.
En 1989 se juzgó a
Domingo Troitiño y Mercedes Ernaga. La sentencia permitió a un grupo de 13
víctimas reclamar contra el Estado por los deficientes servicios de seguridad
al no desalojar el comercio y pese a los recursos de la administración,
ganamos. Años mas tarde otras 30 víctimas presentaron una demanda por la misma
causa que el estado denegó abogando un “fuera de plazo” obviando que en 2003
habría un juicio contra Rafael Caride y Santiago Arróspide.
Han pasado treinta años
y la labor conjunta de los cuerpos policiales y de la judicatura ha sido
importante para acabar con la banda terrorista ETA. Pero para mí, como víctima
de aquel atentado, la enorme dignidad de Maria José, Xavier, Jordi, Marga,
Ricardo y otro Jordi ha influido en ese final. Y ha sido muy importante
encontrarnos el sábado 17 para recordar la memoria de sus familiares asesinados
aquel maldito viernes en un acto en que ningún político tomó la palabra.
Representantes de 20 de las 21 víctimas asesinadas junto a 30 de los heridos
recibimos el cariño y las fuerzas de cientos de ciudadanos anónimos.
El mismo cariño que
Santa Coloma siempre ha ofrecido a sus maravillosos convecinos víctimas del
terrorismo.
Opinión:
Agradecer a uno de los periodistas que cubrieron el
atentado “in situ” que me haya dado la oportunidad de explicar la realidad de
lo ocurrido en Hipercor, porque hablando de los verdaderos protagonistas se
consigue ir desenmascarando a aquellos que se inventan historias que jamás han
vivido.
Habrá tiempo suficiente para ofrecer más información.
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