14 julio 2017
Con la frente
marchita
Enrique Lázaro
Sabíamos por el célebre tango de Carlos Gardel que en
cuestiones amorosas veinte años no es nada y mira por dónde ahora que con la
frente marchita hemos recordado el asesinato hace dos décadas de Miguel Ángel
Blanco, concejal de Ermua ejecutado por ETA, parece que en la política española
y sobre todo en lo referente al terrorismo etarra, veinte años tampoco es nada
y seguimos en las ruines trifulcas de siempre. Como cuando en 2005 y en sede
parlamentaria, el ahora presidente Mariano Rajoy acusó a Zapatero de traicionar
a los muertos y revitalizar a la banda terrorista. Nada menos. Volver, se
titula el tango, y en efecto, siempre estamos volviendo a la misma mierda. De
nada sirve que las nieves del tiempo nos plateen la sien, porque es mencionar
los crímenes de ETA y ya se ha montado el cisco. Parece que en lugar de
homenajear al concejal asesinado con innumerables actos durante toda la semana
y recordar el Espíritu de Ermua, la cuestión era (otra vez) majar a palos a la
alcaldesa Manuela Carmena, y a Podemos por extensión. ¿Por traicionar a los
muertos? Casi. Por no colocar en principio una gran pancarta de Miguel Angel
Blanco, no sé si en Cibeles o en la fachada del Ayuntamiento. Me pierdo con
estas necedades. Resulta que la bondadosa alcaldesa de Madrid no quería
«destacar una víctima sobre las demás», comportamiento que irrita mucho a las
asociaciones de víctimas, y lo que logró con ello es que la prensa madrileña le
diese de bofetadas varios días, y la hermana del concejal asesinado, que es una
diputada del PP muy briosa (el PP siempre vuelve), la increpase en los
telediarios asegurando que «el que calla otorga». Otorga a ETA, se entiende.
Hasta que la pobre Carmena no tuvo más remedio que rectificar, y desplegar la
dichosa pancarta. ¿Y ya está? No. Todavía se prolongaron los ataques, por haber
añadido la coletilla «y todas las víctimas del terrorismo». «Miguel Angel
representa a todas las víctimas», zanjó la hermana. Y hasta la vuelta. Yo no
tenía ningunas ganas de redactar estas líneas (me resistí bastante), y ahora
que las he escrito me fastidian más todavía. Jode mucho comprobar que en amores
y odios veinte años no es nada. Y en España menos.
Opinión:
Aprovecho el artículo de Enrique Lázaro para explicar que
he recibido muchos contactos compartiendo mis opiniones y agradeciéndome el
hacerlas públicas, aunque la realidad es tozuda y debo decir que es una opinión
compartida por muchas víctimas.
Pero como siempre, han de aparecer algunos abrazafarolas
(homenaje a José María García) mezclando términos y soltando burradas… alguno
de ellos era de los que ya el primer año del asesinato de Miguel Angel Blanco
se quejaban de la diferencia entre víctimas, pero ahora van repitiendo las
consignas partidistas que les marcan. Y todavía hablan de dignidad…
Parece que no quieren entender que la decisión de no seguir
las consignas de nadie no iincluye ningún tipo de falta de respeto ni de
homenaje ni de recuerdo… es parecido a aquello de “conmigo o contra mi”…
Se puede homenajear a quien se crea conveniente pero ello
no debe implicar el callar ante cuestiones que se consideran agravios.
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